Enseñar español: ¿sin libro de texto?

En algunos casos conviene trabajar con libros de texto y en otros no. En este artículo discutimos dos contextos ideales para trabajar sin libro.

Un libro de texto o un manual es de gran ayuda porque te proporciona un programa o lista de temas a enseñar, unos contenidos y materiales para los alumnos, actividades. Lo importante es saber cuándo conviene usarlo y cuándo no. En este video te ayudo a reflexionar sobre eso.

Sabemos que el negocio de la venta de libros funciona con base en cantidad, para eso, se hacen libros generales que le sirvan a todo el mundo. Por eso, si queremos hacer algo más personalizado hay que buscar otras opciones.

En el «Diccionario de términos clave de ELE» se recoge la idea de currículo centrado en el alumno. Tiene en cuenta las necesidades, los intereses, las preferencias, el contexto de enseñanza y características de los aprendientes. El profesor gana protagonismo porque diseña el programa y los contenidos de acuerdo al grupo.

Considero que existen dos situaciones ideales para enseñar sin libro:

#1 EFE – Español para fines específicos

Es el caso de español para los negocios, medicina, hotelería, jurídico, etc. En general, a mí los manuales no me han servido para nada. Tengo alumnos individuales que llegan cada uno con una demanda diferente, por ejemplo: me llega un alumno que es dentista y va a presentar un trabajo en un congreso en España.

En este caso, necesita practicar cómo introducir y conectar las ideas, describir procesos, explicar causa y efecto, responder preguntas. Necesita frases como: en primer lugar, está integrado por, se compone de, esto produce…El presente, la voz pasiva, el impersonal se. 

El contenido lo proporciona el alumno; el aspecto lingüístico para ese contexto lo aporta el profesor y así se construye el currículo, que va a estar formado por prácticas o simulaciones de la presentación de su trabajo para el congreso.

#2 TPRS – Enseñanza de la proficiencia mediante la lectura y narración de historias

En TPRS, el aprendizaje no está limitado por una progresión lineal de puntos a tratar con base en estructuras gramaticales, sino que está dado por el vocabulario necesario para contar y discutir el contenido de las historias. 

Como la base del currículo no es estructural, no importa si la historia contiene algún verbo en pasado o si aparece alguna forma más avanzada, pues lo importante es el significado; si es esencial para la historia no hay problema.  

Ej. si en la historia aparece que Ana habla con Jorge y le da un libro. Muchos profes piensan: ¡No! Tengo que explicar pronombres de complemento indirecto y sacar toda la tabla….  Pero no, porque tú, yo y todos los profes didácticos, hacemos las cosas de otra manera.

No damos una explicación de gramática, simplemente es vocabulario que forma parte de la historia, si no se entiende lo traducimos para que quede claro lo que significa, y lo vamos a practicar con las preguntas circulares. Por ejemplo: ¿Tú le das un libro? Sí, yo le doy un libro. Practicamos las formas das, da, doy. Lo practicamos con libro, cuaderno, vestido, regalo, pastel de chocolate…

Eso es lo que TPRS hace: reduce la cantidad de elementos que estamos practicando y aumenta exponencialmente la cantidad de veces que lo practicamos a través de estos mini diálogos. 

Por eso no se necesita libro, las prácticas son orales y salen de las ideas en la historia.

El currículo en TPRS está basado en las palabras más frecuentes. Los 7 verbos más frecuentes en español son: hay, está, es, tiene, le gusta, va, quiere. 

Se cuentan historias creadas en torno a este vocabulario básico y se incluyen también frases que ellos sugieren a partir de las preguntas del profe, así se incorpora vocabulario  importante para los alumnos, que expresa cosas que ellos quieren decir. 

La gran pregunta es: ¿Cualquier profesor puede enseñar idiomas sin libros?

Opino que no. Los novatos precisan de la estructura que da un manual porque no tienen todavía ese ojo clínico, esa segunda naturaleza de captar las necesidades del alumno y conectarlas con la opción acertada de materiales y actividades apropiadas.

Tiene que aprender en la práctica: qué se enseña en cada nivel, que temas se asocian generalmente a cada estructura, las dificultades de los alumnos, las diferentes etapas por las que pasan (el entusiasmo y la rapidez de aprender del principiante, la meseta del intermedio, cuando hacen el clic de pensar en la L2, etc), así como aplicar diferentes técnicas y ver los resultados, saber lo que funciona.

Para enseñar sin libro hay que tener una cancha, una capacidad de sacar de abajo de la manga cosas en el momento, que te lo va dando la experiencia. Ya el profesor a medida que gana experiencia va desarrollando esas habilidades, comienza  gradualmente a crear su propios materiales y currículo. 

A partir de allí podés ser un excelente profe de EFE, y podés formarte en TPRS.

Otra pregunta: ¿todos los alumnos pueden aprender idiomas sin libro de texto?

Aprender pueden aprender. Todos aprendimos nuestra L1 sin libro, por lo menos hasta que empezamos la escuela. Pero hay que tener en cuenta las preferencias de los alumnos. 

En general a los alumnos les gusta tener algo a lo que puedan recurrir para repasar o simplemente como evidencia del progreso que están haciendo. Por eso es importante cuando se trabaja sin libro tener  algún registro, alguna forma de recopilar esos contenidos que vamos manejando; se puede hacer con un documento de Google, o un portfolio.

Espero haberte hecho reflexionar con estas ideas y te dejo 2 preguntas:

  • ¿Sos de trabajar con libro o sin libro?
  • ¿Se te ocurre algún otro contexto que sea ideal para trabajar sin libro?

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1 comentario en “Enseñar español: ¿sin libro de texto?”

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